Los adultos deberían preguntarse por qué los niños no se comportan como ellos les piden, pudiendo ser por cansancio, angustia, estrés, desmotivación o frustración.
Cuando un adulto refiere a esta expresión con la intención de que sus hijos no protesten, dejen de quejarse o prohibirles algo (no corras, no le pegues a tu hermano …), los menores pueden no obedecer a la primera, mostrar disconformidad, enfado o continuar con ese comportamiento.
Lo primero que hay que tener claro es que la expresión “pórtate bien” no significa lo mismo para todos los padres, ni para todos los niños y que pese a ser de las más utilizadas para intentar cambiar la mala conducta de los hijos, no es la expresión apropiada.
Erróneamente los adultos sobreentienden que el niño comprende y entiende la expresión “Pórtate bien” y que actuaran en consecuencia.
Los adultos tienen que comprender que el cerebro de los niños y el de ellos, es completamente distinto, que tendrían que ser más claros y concisos con la petición, darle al niño toda la información. Decir, por ejemplo: ‘Vas a ir a casa de tu amigo, haz caso a lo que te diga su madre’. De esta manera, se le aclara lo que se espera de él.
Para “Portarse bien” los niños necesitan aprender las normas sociales, por lo que es un error esperar de ellos, que sepan tener un comportamiento positivo en las situaciones que desconocen.
Los adultos deben mejorar la comunicación con los niños, de una forma consesuada, reflexiva, empática y afectiva, hay que hablarle a un niño de las conductas sociales, del porque de las mismas, establecer pautas y límites.
Los niños desde pequeños necesitan un modelo para saber qué hacer, cómo hacerlo y deben sentirse protagonistas de sus acciones y de sus logros y que sepan reaccionar y resolver esas circunstancias que pueden producir malestar a sus padres.
Poner el foco en una comunicación positiva que resuelva y que permita a los padres trabajar las fortalezas, resultará beneficioso embellecer sus buenos comportamientos con palabras como: “¡Qué bien!”; “¡Lo has conseguido!”; “¡Enhorabuena!” o “¡Buen trabajo!”.
A medida que van creciendo, adquieren la capacidad de razonar y es importante involucrarles en dichos límites tanto en los flexibles como en los innegociables.
Lo mejor sería educarles con evidentes delimitaciones, explicadas y respetuosas, y propiciar la propia reflexión sobre sus comportamientos y las consecuencias correspondientes, para que sean responsables de sus actos y establezcan sus propios límites, enseñándoles a buscar soluciones para sus errores.
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