La fallida guerra relámpago que Vladímir Putin, más conocido como el Diablo Rojo, comenzó el 24 de febrero, está dejando escenas dantescas, miles de muertos abandonados por las calles, millones de personas sin hogar, edificios derrumbados, rastros de vehículos de combate y tanques ennegrecidos a su paso.
Los cadáveres de los soldados rusos se acumulan en Ucrania, mientras el Kremlin oculta el verdadero balance de la guerra.
Rusia ha reprimido cualquier información sobre la realidad de la sangrienta guerra, restringiendo el acceso a los informes de los medios de comunicación occidentales, así como a las redes sociales Twitter y Facebook, en territorio ruso.
La censura rusa de la guerra se ha llevado al extremo con una nueva ley que criminaliza la información que contradice al Kremlin.
A medida que se derrite el hielo y el suelo se descongela, los cuerpos de los soldados rusos, esparcidos por el paisaje, están convirtiendo el olor de las calles en un olor a muerte.
El gobernador Ucraniano de Mykolaiv imploro a los residentes de Ucrania “no somos bestias” ayuden a recoger los cadáveres y métalos en bolsas, para poder enviarlos a sus casas, y que descansen en paz entre sus familiares.
Según el diario The New York Times, más de 150.000 rusos han sido enviados a luchar contra sus vecinos, y la ansiedad de las familias rusas, desesperadas por conocer cualquier información sobre su destino.
El número exacto de soldados rusos fallecidos en Ucrania sigue siendo un misterio. Según fuentes ucranianas, los soldados rusos muertos superan los 15.000, según funcionarios de EE. UU. y de la OTAN, que dieron una estimación reciente de que las bajas rusas oscilan entre 6.000 y 10.000.
El gobierno de Ucrania afirma que el Ejército de Rusia envió crematorios móviles para incinerar a sus propios muertos, “no van a decir a las madres que sus hijos murieron aquí», dijo el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski.
En el bando ucraniano, la desolación supera lo nunca inimaginable en nuestra actual sociedad, se estima al menos en 23.000 muertos, 10 millones de personas desplazadas, 1800 edificios destruidos y daños materiales por valor de 565 mil MUS.
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