Desde que nacemos hasta que fallecemos vivimos a la vez en dos mundos: el mundo exterior y el mundo interior.
Nuestro mundo exterior está formado por todo lo que está fuera de nosotros. Está formado por el lugar donde vivimos, por las personas con las que nos relacionamos, por nuestro trabajo, por las aficiones a las que dedicamos nuestro tiempo libre, por los hábitos (alimentarios, de vestido, etc.), por los lugares a donde viajamos, etc.
Nuestro mundo interior es todo aquello que está dentro de nosotros. Está formado por los pensamientos, sentimientos y emociones, que se producen cada vez que actuamos en el mundo exterior.
Nuestro mundo interior también está formado por todos nuestros recuerdos o imágenes de situaciones pasadas o futuras, por las creencias que tenemos del mundo y del resto de las personas, y por los patrones de respuesta ante las diversas situaciones.
El mundo interior y el mundo exterior no están aislados el uno del otro, sino que se influyen mutuamente. Cada vez que actuamos o nos relacionamos en nuestro mundo exterior esto tiene una consecuencia en nuestro mundo interior y viceversa.
Así, por ejemplo, cuando una persona nos ofende, internamente podemos sentir a la vez rabia, ira, orgullo, se nos acelera el corazón, e incluso podemos ponernos a pensar: “quien se cree que es” o “se va a enterar”.
A veces ni siquiera somos conscientes de las reacciones que pasan dentro de nosotros y quizás sólo sentimos desazón y malestar.
Nuestra falta de consciencia sobre lo que ocurre en nuestro mundo interior hace que reaccionemos de manera inadecuada ante lo que ocurre en el exterior y esto puede perjudicarnos y causarnos más complicaciones y sufrimiento del necesario.
Nuestras acciones y sus consecuencias, nuestra felicidad o sufrimiento, nuestras alegrías o tristezas, el que nos llevemos mejor o peor con nuestra familia, amigos, compañeros de trabajo, etc, tienen su origen en nuestro mundo interior, y nuestra mejor o peor calidad de vida, dependerá de quien dirija nuestro mundo interior.
Nuestro mundo interior puede estar dirigido o por nuestra Esencia o por nuestro Yo o Yoes.
Nuestra Esencia: Es nuestra Conciencia, es nuestra verdadera naturaleza, solamente hay una y si tomásemos nuestras decisiones a partir de ella, éstas serían acertadas, porque serían conscientes y siempre beneficiosas para nosotros y para todas las personas que nos rodean.
Nuestros Yoes: Son nuestros defectos psicológicos, son multitud, viven en nuestro mundo interior y cada uno tiene una forma diferente de pensar, sentir y actuar ante cualquier situación que ocurre en nuestro mundo exterior y siempre que se manifiestan, nosotros o alguien sale perjudicado.
Son los responsable directos de la mayoría de nuestros sufrimientos y dolores.
Si realmente queremos ser felices y hacer felices a las personas que nos rodean, es urgente descubrir dentro del mundo interior a nuestros yoes de la perdición, la lujuria, la ira, la soberbia, el miedo, la envidia, etc, cuando se están manifestando, para después, a base de trabajos conscientes y voluntarios reducirlos a polvareda.
La eliminación de los YOES y la activación de la CONCIENCIA equilibran el mundo interior y el mundo exterior para conseguir la felicidad y el amor que todos anhelamos.
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